El lunes acabó el curso de escritura creativa que imparto en el Centro Cultural Carlos Blanco Aginaga (CBA), la Biblioteca de Irún, Guipúzcoa, mi ciudad. Hace un par de años instauré los «vinitos literarios» como fin de fiesta para que saliéramos de las cuatro paredes del centro y celebráramos la creatividad. Cada vez tengo más claro que cada clase es una fiesta creativa, un homenaje a la imaginación.
«Nadie puede ser escritor sin contar con las aportaciones de los demás»
(Pepa Roma)
Acabo el taller agotada mentalmente porque la hora y media que dura la clase exige un alto grado de concentración y capacidad para adaptarme al grupo, ya que los niveles, los intereses y las técnicas son muy distintos entre unos y otros.
El 1 de octubre nunca sé quiénes serán las 20 personas que se sentarán entorno a la mesa a escribir conmigo, ni conozco sus deseos y sueños, sus bloqueos o sus habilidades y puntos fuertes. Puedo preparar un programa basado en la teoría, pero en la práctica es como se avanza en esta clase: practicando y compartiendo, moviendo la energía creativa de alumno a alumno, superando límites, obstáculos y vergüenzas varias; enfrentándonos a la autocensura, a los temas que nos cuesta tratar o incluso a los inimaginables escenarios que propongo. ¿El resultado?
Un auténtico torrente de creatividad.
Ideas, muchas ideas. Pasión. Y relatos que surgen de estos ejercicios que acaban, en muchas ocasiones, siendo el punto de partida de textos mayores, de proyectos que tarde o temprano crecerán en extensión.
Esta entrada es solo para agradeceros a todos y cada uno de los más de 20 alumnos que han pasado este año por la clase la confianza, el buen hacer, el sentido del humor y vuestra generosidad para compartiros. Si escribir no es de por sí una tarea fácil, leer tus textos sin pulir ante un grupo de desconocidos se hace aún más cuesta arriba. A medida que avanza el curso, ese bache también se supera y de la escucha nacen grandes aprendizajes y aportaciones que nos nutren a todos. Siempre digo que la que más aprende soy yo, y es que de cada ejercicio sacáis oro, magia, la alquimia de las letras.
Mucho más que escritura creativa…
Hay días en que me gustaría que os leyeran en directo, que os escucharan. De hecho, todos los invitados que han asistido a los talleres a compartir su arte con nosotros han salido encantados con vuestro ingenio y agudeza, con vuestra capacidad para escribir, inventar, crear. Yo soy la maestra de ceremonias. Gracias por permitirme serlo. Gracias a Virginia Gil Rodríguez y a Juncal Alfonso por haber participado este año en las clases. A Aitor Espié y a Gema Carballedo también, clases que quedaron para el recuerdo.
En septiembre se abre plazo de inscripciones en la biblioteca de Irún, CBA. Continuaré con el «pintxopote creaescribo» a partir de septiembre y añado a la lista el curso de «escritura creativa, a por el relato corto» que también a partir de septiembre impartiré en la Biblioteca Dunboa, en Irún un lunes al mes, de septiembre a diciembre (para empezar).
Si queréis más información escribidme a hola@itziarsistiaga.com o a través de las redes sociales. Estoy a un click.
«Lo mejor en la literatura se produce gracias a los talentos del grupo».
(Henry James)
Lo dicho. Sed buenos, escribid mucho y aprovechad el verano para llenaros de historias y de Vida, porque al final cuando escribimos solo estamos poniendo palabras a la vida, nuestras palabras. Nuestras historias.