Mentora de escritores

Gracias por permitir que me desnude sin tapujos, por descubrir mi alma, porque casi todo está permitido… Por tu paciencia, por ver un poco más allá. Porque en todo momento sé que has estado ahí. Gracias por no tener filtros, por no juzgarme. Porque apenas se te nota cuando «la cosa» no te gusta. Por compartirte, por corregir desde el respeto y el cariño. Por enseñarme a querer mis mierdas. Porque lo fácil que lo pones. Por tu imaginación. Uno no vuelve igual después de un viaje contigo, Itziar. ¡Gracias!
 

Una amiga me habló de Itziar cuando buscaba a alguien que consiguiera lanzarme al mundo de la escritura. Y no puedo estar más que agradecida de que se cruzara en mi camino. Con ella he aprendido a desarrollar la creatividad y volcarla en una hoja en blanco. He encontrado una profesora de escritura que me ha ayudado a nivel profesional, pero sobre todo a nivel personal, sabiendo dónde estaba mi camino y llevándome a él a través de lo que necesitaba en cada momento. En ella encontraréis a una mentora polifacética con la que podréis contar, que os hará fluir y con la que conseguiréis plasmar todas vuestras historias en ese temido papel en blanco que tanto miedo nos da.

Tengo tanto que agradecerte que no voy a tener tiempo. 

Desde siempre he tenido el convencimiento de que el mejor regalo que se puede hacer a un ser querido no es necesario comprarlo con dinero. Esa sensación cobró más fuerza cuando nacieron mis nietas. Me esforcé al máximo para exprimir mi cerebro y arrancar de mi corazón esa frase, ese pequeño poema que regalarles por su cumpleaños.

Con el tiempo esos pequeños retos cogieron categoría de sueño. ¿Por qué no reunir los versos, juntarlos con las vivencias de cinco generaciones, condimentarlos con mimo, y ofrecérselo a mis nietas como herencia? Como digo, un sueño.

Nunca imaginé que llegara a ser otra cosa hasta que en mi camino se cruzó Itziar Sistiaga. Ella me envolvió en su farándula literaria y me enseñó a disfrutar escribiendo.

Cuando le hablé de mi sueño me dijo: «es una idea preciosa, tienes que convertirla en realidad».

Yo le expuse mis miedos y las dudas que tenía de poder sacar la historia adelante. «Ya verás como sí», aseguró sin dudar, «yo te voy a ayudar». Y desplegó ante mis ojos una lluvia de ideas.

Cronología, personajes, escenarios… calaron en mi mente como un puzle. Durante meses trabajamos juntos. Yo rebusqué en mi interior historias deseosas de ver la luz. Luego, en torno a un café, Itziar me ayudó a ordenar las piezas. El sueño poco a poco se fue convirtiendo en realidad. Creyó en mí más de lo que yo mismo creía. Supo captar lo que quería transmitir. Ordenó, pulió y sacó brillo a ese torrente de emociones que salían de mi interior.

Gracias, Itziar, por ayudarme a envolver y engalanar mi sueño y convertirlo en el más hermoso de los regalos. 

♡

Decidí que iba a escribir mi primera novela en abril de 2020, cuando llevábamos tres semanas confinados en nuestras casas. Siempre me ha encantado escribir, pero nunca me había planteado un reto tan grande: ¡Una novela! ¡Qué emoción, qué ilusión y qué ganas de contar la historia! Casi todo el tiempo me sentía muy feliz, pletórica y orgullosa de lo que tenía entre manos. 

Pero, un momento, ¿qué es eso que está ahí agazapado esperando su turno para colarse entre tantos sentimientos positivos? Efectivamente. Había días en los que los miedos, las inseguridades, las dudas y las preocupaciones me acechaban en el momento menos oportuno. Creo que me veían encerrada en casa tan sola y tan feliz que, como es lógico, se querían unir a la fiesta.

Sin embargo, Itzi fue una guardiana excepcional y se encargó de mantenerlos a raya. En cuanto uno de ellos tocaba a mi puerta, ella conseguía mandarlo rodando escaleras abajo con un solo mensaje. Yo les decía adiós con la manita y los miraba caer alucinada, orgullosa de tener en mi equipo a esa fiel y eficaz centinela.

Las sesiones de trabajo con Itzi fueron una auténtica delicia. Siempre suponían un chute de energía, motivación y refuerzo de autoestima de esos que pocas personas son capaces de transmitir.

Gracias a ella me he llegado a creer de verdad que lo que tenía entre manos era una historia bonita y divertida que, además, va a poder ayudar a mucha gente a pasar con menos sufrimiento el proceso de divorcio. Y eso me hace inmensamente feliz.

Por otro lado, además de en el tema emocional, que para mí fue el más importante, Itzi también me ayudó a poner en orden mis ideas, a buscar la mejor manera de contarlas y a resolver todas mis dudas sobre las diferentes opciones de edición.

Guardo un recuerdo maravilloso de aquella etapa. Y es verdad que tengo malísima memoria y que mis recuerdos no son nada fiables por norma general, pero como esto fue hace dos días, podéis estar seguros de que lo que os digo es verdad: trabajar con Itzi fue pura magia.

Aprender al lado de Itziar es como recorrer un camino con subidas y bajadas, con piedras y ramas, con lagos y miradores, con tormenta y días soleados, siempre consciente de que no estás solo. Con ella siempre tienes una mano o un hombro, unas risas, unas palabras amables, consejos sabios y emociones, emociones por doquier.

La cuestión es que da igual lo que el proceso te depare, porque pase lo que pase, con Itzi sabes que todo irá bien, que las aguas tardarán más o menos en encauzarse, pero que no nadarás solo. Con «calma y sutil perseverancia», como ella me inspiró, no solo estoy escribiendo un relato, sino que también vivo mi vida y mis proyectos que tanto me ilusionan.

Da igual si has escrito antes o no. Estás en buenas manos.

El ingrediente perfecto para enriquecer el trabajo y la persona.

Cuando le pido a Itziar que lea uno de mis textos sé que no me va a decir que le encanta y que es lo mejor que ha leído en mucho tiempo. Y lo agradezco. De hecho, eso es lo que busco. Me interesa más que me diga «¿de qué año estamos hablando? Me faltan referencias temporales. Estaría mejor que las incluyeras» o «¿por qué dices que huele mal? ¿Qué es oler mal?»

Y es que todos y cada uno de sus comentarios me hacen recapacitar y analizar lo escrito desde el punto de vista de una persona lectora experimentada y exigente, de esas que disfrutan con un libro entre las manos y que no se conforman con cualquier cosa.

Itziar se fija en la ortografía y en la ortotipografía. Desde «cuidado que aquí se te ha colado una tilde» a «los guiones de los diálogos tienen que ser largos y no los que has puesto»; se fija en el estilo «cuidado con los peros a principio de frase, que te he contado 80»; pero, sobre todo, se fija en la historia.

«He aprendido un montón con lo que cuentas. No tenía ni idea de nada». «Me ha parecido muy original el formato que le has dado». «Me encantan tus diálogos. Tienen mucha fuerza…». Esta clase de comentarios hacen que quien escriba sienta que ha llegado a alguien, que ha merecido la pena el esfuerzo.

Pero, además de todo eso, Itziar regala otro plus en forma de frases que dan alas a los sueños, porque cuando analiza y comparte sus opiniones parece que el trabajo realizado, ese que es tan tuyo, merece la pena y que, con un poco más, puede convertirse en algo especial, en algo que haga entender a los demás que estás compartiendo un pedacito de tu alma. «No entiendo por qué este personaje se siente solo. Creo que no queda clara su situación. Cuéntame. Quiero saber más». «¿Has pensado hacer un flash back aquí para contar su historia? La intuyo interesante. Quiero conocerla». «¿Por qué no añades un comentario de autor para explicarlo? El resto tiene derecho a saber por qué has escrito esto, qué te ha movido a hacerlo, porque esa razón es casi tan importante como la historia que aquí has plasmado». «La protagonista me tiene enamorada. Es pura pasión…» 

Itziar, en definitiva, hace que mejore todo cuanto lee. Es el ingrediente perfecto para enriquecer tanto un trabajo como la autopercepción de la persona.

Eskerrik asko, Itzi! Bihotz-bihotzez.