El ritual
Pongámonos en situación: ya tienes claro lo que vas a escribir, por dónde comenzar y cómo; se han despertado unas ganas locas en ti de ponerte frente al ordenador o al cuaderno. Estás en casa. Te sientas en la mesa de la cocina, abres el documento, sientes un cosquilleo entre el estómago y la garganta, las palabras van llegando y… ¡No! En cuanto levantas la vista reparas en que los cristales están sucios, el cuaderno que tienes a mano tiene un par de páginas arrugadas o ves una mota de polvo volando.
Peor aún. Te entra un mensaje y te despistas.
La mente te juega malas pasadas e Instagram te absorbe un tiempo que no tienes…
Para cuando te quieres dar cuenta un enorme matojo del desierto atraviesa el pasillo de tu casa… 🤯
El caos se dispara.

La concentración se esfuma. Las ganas no desaparecen, pero se diluyen porque se han abierto otros frentes menos creativos a tu alrededor y que requieren mayor atención.
¿Te ha pasado? ¿Te pasa?
Todo parece más importante y más urgente que escribir.
Te sientes culpable por no sentarte y darle a la tecla.
Vives con la sensación acuciante de «tener que» y «no poder porque…».
Tranquila, que tiene solución. La procrastinación es más habitual de lo que te imaginas.
Por eso es importante crear un ritual y mimar tu espacio de escritura como te digo en este capítulo. Porque tu tiempo de escritura lo merece, tu creatividad lo merece. ♡
No creas que eres una rara avis si necesitas crearlo, mira, lee:
Isabel Allende comienza todas sus novelas un 8 de enero para continuar con la superstición del éxito que obtuvo La casa de los espíritus. Virginia Woolf escribía de pie durante dos horas seguidas todos los días. Víctor Hugo escribía desnudo a excepción de un chal gris que le cubría los hombros y Gabriel García Márquez lo hacía descalzo, además de exigir que la habitación estuviera a una temperatura determinada; colocaba sobre el escritorio una flor amarilla.
¿Te ves creando tu propio ritual?
Mira esta clase sobre emociones y creatividad, te ayudará.
La importancia del ritual
Los beneficios de la escritura se perciben en cuanto la integras en tu día a día. Hazle un hueco de cinco minutos mientras te tomas un café o un té. Escribe mientras esperas a que se caliente la leche, mientras llega el autobús.
Rodéate, asimismo, de todo aquello que te haga sentir bien.
Un ritual es necesario porque vivimos en la era del «aquí-te-pillo-aquí-te-mato», llenos de obligaciones, relojes que cada día avanzan más rápido en la línea del tiempo, y cuando nos queremos detener para dedicarnos a algo tan íntimo como escribir, nos cuesta concentrarnos y parar el ruido exterior.
Los sueños hay que mimarlos.
- Busca materiales que te inspiren
- Elige música que te conecte contigo mismo/a o
- Huye del ruido y aíslate
- Medita antes de cada sesión de escritura (cinco minutos de silencio y respiración controlada)
- Decora tu espacio creativo
- Aléjate de interferencias
- Apaga el móvil un ratito
- Haz asociaciones positivas
Sé productivo/a escribiendo
Aunque cada día solo dispongas de unos minutos, escribe. Es mejor practicar cada día cinco minutos, que no hacerlo hasta que todos los planetas se alineen contigo y sientas la llamada.

Si usas Redes Sociales, publica algo cada semana (o cada día).
Conectar con tu creatividad es sencillo, solo requiere práctica.
Escribir es una gran manera de evadirte y conectar con tu voz interior.
Cada maestrillo, su librillo
El refranero español acierta casi siempre. Lo que a mí me funciona no tiene por qué servirte a ti. Busca qué te hace estar tranquilo/a, inspirado/a, comprometido/a.
Descubre quién eres y cómo te comportas.
Yo, por ejemplo, escribí El Veto escuchando sin parar la suite de Pascal Gaigne que te comparto al final de la lección. Para mí, tiene una energía creativa alucinante y me llevaba a volar entre las páginas. Sin embargo, con Lejos en mí no me ayudaba en absoluto y busqué otro tipo de música que resonara más con la historia.
Con Maldito Gorri, en cambio, no escuché música.
¿Conoces la película Le cou de la jiraffe? La banda sonora es preciosa. Escucha este tema y comprueba por ti mismo/a si la música te ayuda a escribir o te distrae.
Ten a mano lo necesario para no estar levantándote de la silla mil veces, que los escritores somos muy cucos y nos inquietamos cuando no estamos inspirados y cuando nos bloqueamos. Ten agua, café o una infusión cerca. Pañuelos, gomas de borrar, típex, pósits, cuadernos y bolígrafos de colores.
Yo le añado un par de de onzas de chocolate. (Con chocolate la vida «es bien».)
Abre las páginas de consulta que necesites para no tener que andar de aquí para allá yendo y viniendo a la biblioteca. Consulta a la R.A.E., al diccionario de sinónimos, la Wikipedia o lo que sea que creas que vas a poder necesitar durante «el ratito de escritura». Aprovechar el tiempo va de prever cuáles serán tus necesidades.
Y no te olvides de disfrutar del proceso. La alegría es innegociable.
Si solo dispones de dos horas a la semana, date el capricho de que sean TUS DOS HORAS de escritura de la semana.
No es necesario vivir agobiado por algo que nos apasiona.
Hazle hueco en tu vida, pero que no te quite la vida.
Ya sabes… CALMA Y SUTIL PERSEVERANCIA.