El día del juicio final
Me costaba respirar. Tenía sofocos, angustia… Tal vez lo mejor sería que no me presentara a la audición. Aunque después de todo el trabajo que había realizado, ¿cómo iba a explicar a mi familia y a mis amigos que no había acudido a la cita que llevaba esperando todo un año? ¿Y si salía mal? No podría perdonármelo. Perder otro año, repetir curso con los consiguientes gastos que suponen la matrícula, el apartamento y…
¿Y si salía bien? ¿Estaba realmente preparado para que saliera bien? ¿Merecía ese puesto yo que acababa de llegar?
¿Y si la audición era un éxito y me abría las puertas hacia un nuevo mundo? Nuevas posibilidades, nuevas oportunidades, nuevo trabajo… ¡E ingresos! ¿Y si llegara a ganarme la vida con mi sueño? ¿Aceptarían ellos mi éxito? ¿Lo aceptaría yo mismo?
Me seguía faltando el aire cuando pisé el escenario. El miedo mantenía atenazadas mis manos, y entonces, solo entonces, al acariciar las teclas del piano y sentir su suavidad, flui. Toqué olvidándome de todo y de todos y conecté con aquel niño que un día pidió ayuda para subirse al taburete del abuelo. Fue él quien me guió en la prueba y quien me mostró la mariposa que me aguardaba al otro lado del miedo.
Cuando te amas a ti mismo estás capacitado para cuidar de ti. La causa de tus miedos suele ser la creencia de que no eres lo bastante bueno. Haz todo lo que puedas para reforzar tu corazón, tu cuerpo y tu mente. Afirma: todo está bien. Estoy a salvo.
Louise Hay
¿Por qué sentimos miedo?
Sentir miedo es tan natural como respirar. Es un mecanismo de defensa evolutivo que nos sirvió para asegurarnos la supervivencia. La sensación de peligro nos lleva a protegernos. Podemos sentir miedo por nuestra salud física y por nuestra salud emocional. Lo que hemos vivido con anterioridad o lo que desconocemos nos condiciona para reaccionar de una forma u otra.
Hay tres formas de reaccionar ante el miedo:
- Pelear
- Quedarse paralizado
- Huir, evitar
¿Eres capaz de identificar cómo reaccionas tú cuando tienes miedo? Al sentirnos en peligro tendemos a defendernos, atacamos o evitamos movernos (lo que se conoce como parálisis por análisis). El caso es que se altere lo menos posible la estabilidad que ahora conocemos, el suelo que pisamos. Tememos lo desconocido. Y, en muchos casos, tras la renuncia al cambio, tras el miedo, se esconde la falta de autoestima, la falta de confianza en uno mismo y el miedo al rechazo, a no sentirte merecedor/a por respeto al clan al que perteneces.
Imagina que tu familia ha sufrido mucho y que siempre ha vivido en escasez. De repente, llegas tú, se te presenta la oportunidad de tener éxito en tu negocio, y en vez de un empujón anímico por parte de tu familia, tú sientes que si ganas demasiado van a pensar que se lo echas en cara o alardeas. Ellos, movidos por su propio miedo a la escasez, te hablarán de peligros -que desconocen-, de gente malvada que utiliza el dinero con fines sucios y un largo etcétera que te hará frenar tu ascenso a no ser que sepas diferenciar la mochila que llevas impuesta, de quien eres en realidad.
¿A qué le tienes miedo?
Podemos tener miedo a empezar una nueva relación, a romperla, a viajar solos, a cambiar de trabajo, de ciudad, a conducir, a hablar en público, a las aglomeraciones, a la toma de decisiones, al éxito…
¿Se te ocurre alguno más? Seguro que sí. Miedo a la muerte, a la enfermedad, al rídiculo… ¿Sigo? Existen tantos tipos de miedos como personas sobre la faz de la tierra.
Lo importante es detectarlo, no identificarte con él y afrontar, tomar las riendas de la situación con mucho amor y respeto por tu proceso personal. Entenderte es la mejor forma de encarar lo que te asusta.
A veces sentimos miedo a equivocarnos porque nos sentimos responsables, el nivel de autoexigencia está por las nubes y esto nos provoca ansiedad. Al final, el miedo siempre actúa igual. Lo realmente interesante es descubrir cómo reaccionarás tú ahora que ya sabes cómo y para qué sientes miedo.
Tu ego no quiero cambios. «Virgencita, virgencita, que me quede como estoy». Incluso en una situación de no confort uno puede quedarse paralizado por el miedo a lo que vendrá después. Solo atravesando ese umbral (que no es tan grande como lo pintamos en nuestra cabeza) podremos comprobar de lo que somos capaces. 😉
¿Cómo superar el miedo?
Si, por ejemplo, te asusta enfrentarte a algo nuevo, fórmate y obtén recursos reales para que no te tiemblen las piernas. Cambia tu discurso mental, utiliza afirmaciones positivas para motivarte, presta atención a tu cháchara para que no sea nociva, y rebaja el nivel de autoexigencia. Tampoco te compares con nadie. Tú eres tú y este es tu momento y tu situación. No vives la vida de nadie sino la tuya propia. Apaga ruidos.
Conéctate con el aquí y ahora. En el presente no hay fantasmas. Respira. Confía más en ti mismo/a y busca realizar alguna actividad que te haga sentir fuerte, empoderado/a. Haz deporte, baila, pinta, haz algo que te ponga las pilas. Define qué te hace sentirte especial y ve por ello. En ese estado de gracia es como podrás confiar en el proceso de la vida, porque tu amor propio hará el camino por ti y sabrás acallar tu cabecita loca de «no puedos» y de «y sis» que en vez de ayudarte a volar, cortan tus alas.
Poco a poco, que no hay prisa, pero siempre caminando. ♡
Ejercicio de escritura emocional
- Si te apetece realizar un ejercicio de escritura emocional para trabajar el miedo, aquí te dejo un par de frases a partir de las cuales tú debes continuar. Se trata de que intentes encontrar el por qué del miedo a la situación que te presento y llegues hasta sus últimas consecuencias. La observación a terceros, tratar de entender los mecanismos de los demás, nos aporta muchas pistas sobre lo que mueve a unos o paraliza a otros. Busca la lógica a estos comportamientos:
- Marcos tiene miedo de no aprobar el carnet de conducir. ¿Por qué?
- María viaja por todo el mundo con tan solo 1€ en el bolsillo. Ya ha visitado 7 países distintos. No quiere volver a casa aún. ¿Por qué?
- Louise Hay en su libro «El poder del espejo», propone un ejercicio estupendo para superar el miedo. Te pide que indiques cuáles son tus grandes miedos en cada categoría: familia, salud, profesión, relaciones y finanzas. Y te pide que escribas en cada una de ellas, una o más afirmaciones positivas para cada uno de los miedos que hayas anotado. Como ejemplo propone este:
Si has escrito: «tengo miedo de enfermar y no poder cuidar de mí mismo», la afirmación sería «siempre atraigo toda la ayuda que necesito». Las afirmaciones deben ser siempre en presente y en positivo. 🙌🏻💗
Este texto viene al hilo de las clases de escritura emocional que imparto en Akelarre Sorgunea, en Irún, un sábado al mes. Si quieres más información, escríbeme a hola@itziarsistiaga.com
Para terminar, presentarte al que llaman el Dalí ruso, Vladimir Kush, un artista que me fascina. Y una canción, ¿cómo no?
Hoy os animo a escuchar a la delicada Hindi Zahra y su Beatiful Tango. Preciosísima.
¡Nos leemos! Si te ha gustado este post o te ha aportado alguna idea, estaré encantada de leerte.
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¡Un beso!