Las casas que habitamos también nos habitan. Hablan de nosotros, hablan con nosotros. Por eso es necesario abrir mucho las ventanas y dejar que corra el aire. Al igual que es necesario mostrar nuestras habitaciones y cuartos oscuros, para poder darles algo más de luz. A veces, hay que cambiar de muebles, o restaurarlos. Como el corazón; con cariño y esmero y con la absoluta certeza de que tras la reforma, viviremos mejor.
Mr. Ñao había dejado de lijar madera y pintar paredes por pura desidia; Lady Jones lo llamó desamor. El golpe había sido tan rápido, tan visto y no visto, que no le dio tiempo a reaccionar y cuando quiso darse cuenta ya estaba solo, rodeado de paredes vacías que esperaban cuadros y fotos colgadas. Y silencio, ese silencio hondo que acarrea una ruptura inesperada y provoca un eco interno que clama: «¿qué ha pasado?»
No, Mr. Ñao no esperaba encontrarse incómodo consigo mismo porque desde siempre él había sido el hombre independiente y autosuficiente que o bien viajaba medio año, o bien cambiaba de trabajo por pura satisfacción personal, o de residencia, o de coche. Trabajador, voluntarioso y de una inquebrantable fuerza interior, esa Lady que no permitió que hubiera escenas que retratar, se convirtió en su talón de Aquiles.
—No lo entiendo, Lady Jones. Yo nunca he tenido miedo de estar solo. No entiendo por qué ahora no levanto cabeza.
—Quizá porque tus expectativas eran mayores. O porque la habías idealizado.
—Lady, no tengo ganas de seguir aquí.
—¿Cómo no vas a continuar con la casa? ¡Si llevas años esperando que llegue este momento!
—Secretamente, supongo, me hacía ilusión porque ella estaba cerca.
—Yo creo que estás mucho más cerca de él. ¿O te olvidas de él?
—Mi padre ahora me daría una hostia por pardillo.
—No te flageles, Mr. Creo que es mejor que se haya roto antes y no después.
—¿Por qué lo dices?
—Porque así no tienes que cambiar los muebles.
Y es que los muebles absorben fotografías. Se convierten en escenarios de una vida. Se vuelven fondos de pantalla de los recuerdos, y a días, sobre todo en esos días grises y tontos, cuando la melancolía entra por la puerta o la ventana y se cuela hasta las entrañas, ves una mano apoyada en la encimera de la cocina, una cadera abriendo con gracia una estancia o un cuerpo desnudo apoyado contra una pared desplazando un cuadro con su movimiento.
Las casas nos habitan y en ellas vamos dejando muchos de nuestros sueños. Aspiran nuestras palabras y las convierten en el polvo que vemos por el suelo o al trasluz. No son las paredes las que hablan, son los silencios que nos protegieron de desastres aún mayores.
—Lady, he vuelto a las reformas.
—¡Bien! Es lo mejor que podías decirme, Mr. Ñao.
—Sí, he decidido poner cortinas también.
—¿Vas a poner cortinas? ¡Eso sí que me sorprende! No pega para nada con tu estilo.
—Pero a ti te gustan, Lady. Espero tu visita y tú sí que no puedes decir que no.
La verdadera amistad es la auténtica decoración del alma.
Para todas esas rupturas inesperadas… música y paciencia, como la del artesano que poco a poco llega a la maestría de su arte, ciego de perseverancia.
Hoy os dejo este tema de Elefantes con mi querido Bunbury. Duele. Es intenso como el momento exacto en el que escuchas un «no te quiero». Aunque creo que muy pocas despedidas utilizan esa frase y sin embargo es la que resuena dentro cuando nos rechazan.
Es primavera.
Abrid ventanas y airead vuestros hogares.
Dejad que la vida se cuele por vuestros rincones sean cuales sean las circunstancias.
Habitemos el mundo con los brazos abiertos, total…
Nos iremos sin muebles al infinito.
Un beso.
pd: ¡Qué subidón empezar a publicar en el blog de la web! ¡No la tengo acabada pero las musas están que asustan! Vamos a aprovechar este viento a favor. Y si me leéis, hacédmelo saber, va… que me encanta.
Iñaki
Las decoraciones son temporales o pasajeras pero en nuestra habitación siempre hay personas q nos completan y siempre estan.
AMIGOS
Itziar
Porque ellos viajan dentro, en em corazón, y ese no entiende de modas ni traslados. Está. Es.
Besazo.